-¡Calla! -se dijo-, Me lo llevare para guardarlo en un almacén que he de fabricar en lo mas alto de la falda de la montaña, para que nadie lo coja. Así tendré comida durante el tiempo de lluvia.
Y trabajo todo el día, tratando de llevarse el terrón. Cuando llego esa noche, estaba rendida de cansancio. Una ranita, que le observaba, le dijo:
-¡Como, señora hormiga! ¿no puede usted con el terrón?
-Pesa mucho para ser llevado por mi sola, amiga ranita, ¿quiere usted ayudarme?
-¡Oh, no!-repuso la ranita-, Eso es cosa de hormigas. Vaya usted en busca de sus hermanas y entre todas podrán con el.
La hormiguita pensó: "Esta ranita tiene razón", y regreso al hormiguero dando cuenta de su hallazgo.
Entonces todas las hormiguitas fueron con ella y se llevaron el terrón de azúcar para su almacén.
Desde aquel día, la hormiguita no intento separarse mas de sus compañeras.
Moraleja: la unión hace la fuerza.

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